Budismo, investigación y dogma

Cuando empezamos a profundizar en el budismo, algunos nos sorprendemos al descubrir que, aparentemente, Buda animaba a sus seguidores a no realizar prácticas por motivos de «autoridad, lógica, razonamiento». En lugar de ello, les animaba a seguir prácticas que sabían, por su propia experiencia, que eran «hábiles, intachables, alabadas por personas sensatas». Añado debajo la cuota relevante, traducida por Bhikkhu U Nandisena (Kesamuttisutta, AN 3.65).

Venid vosotros Kālāmās. No aceptéis por tradición oral, no por linaje de la enseñanza, no por rumores, no por colección de escrituras, no a causa de la lógica, no a causa de la inferencia, no por consideración de causas, no por aceptación reflexiva de una idea, no por la competencia [del maestro], no porque el asceta es nuestro maestro. Pero, Kālāmās, cuando vosotros comprendáis en vosotros mismos: ‘Estas cosas son sanas, estas cosas son irreprochables, estas cosas son elogiadas por los sabios, estas cosas, cuando aceptadas y practicadas, conducen a la felicidad y beneficio, entonces, Kālāmās, vosotros, habiendo comprendido, deberíais morar [en ellas].

Este sutra es admirado y alabado por muchos budistas modernos, que ven en él prueba de que el budismo no va de doctrina, dogma o fé, sino de investigar y encontrar la verdad por nuestra cuenta. En un momento histórico donde la razón y la ciencia han reemplazado a la fé y las religiones, a muchos nos es más fácil digerir el budismo sabiendo que nos urge a probar las cosas por nuestra cuenta, en lugar de aceptarlas ciegamente.

Screenshot de La Vida de Brian

Y personalmente, me alegró oír esto la primera vez. Y con el paso del tiempo, a medida que continuaba yendo a retiros y leyendo, la cantidad de información sobre el budismo, incluyendo prácticas, tipos de meditación y teorías de la mente empezó a sentirse abrumadora y muy por encima de mi «capacidad de probar». ¿Cómo se supone que debemos comprobar y encontrar por nosotros mismos cuando hay docenas de linajes budistas, miles de maestros y una cantidad ingente de prácticas diferentes? Y especialmente cuando las prácticas empiezan a tener frutos después de un período de práctica que puede ser corto (meses) pero también puede ser considerablemente largo (años o décadas).

A menudo pienso que comprobar y saber realmente «por mí mismo» qué funciona y qué no requeriría mucho más tiempo del que tengo disponible en esta vida, y me veo siguiendo a este o aquel maestro en función de cómo me resuenan sus enseñanzas, explicaciones y maneras de comportarse. Cómo resuenan con mi intuición, mi personalidad, mis ideas del mundo y del camino espiritual, mi momento actual y mi situación vital. Y a partir de ahí, en efecto, gano confianza cuando veo que una cierta práctica o enfoque se correlaciona con niveles más bajos de sufrimiento en mi vida, con más sensación de significado, conexión con los demás, amor, compasión, etc. Sin embargo, este efecto puede surgir debido a causas más allá de mi práctica espiritual: diferentes momentos vitales, maduración a través del tiempo y las experiencias vitales (y no necesariamente debido a la práctica), diferentes círculos sociales, un sentido de pertenencia y conexión a través de formar parte de una comunidad espiritual, etc.

El crecimiento y la liberación del sufrimiento pueden ser resultado de gran variedad de causas. Cuando tenemos una práctica espiritual tendemos a atribuirlos a ella, pero ¿podemos estar seguros de esto? Y ¿cuáles son las consecuencias (para nosotras) de no cuestionar la eficacia de nuestras prácticas?

Otro tema que me gustaría tratar es cómo podemos, a partir e nuestras experiencias meditativas, extraer conclusiones que corroboran teorías previas. En una ocasión estaba explorando el proceso de desidentificación de aquellas experiencias internas que automáticamente tendía a percibir como «Yo», y observando qué efecto tenía esa desidentificación. Un resultado fue una clara reducción, o incluso desaparición, de algunos dolores que me estaban molestando durante el retiro. Hubo una correlación temporal entre la desidentificación de ciertas experiencias internas y el alivio del dolor.

De la experiencia anterior mi mente rápidamente construyó una teoría que se alineaba con mis ideas del Yo, el deseo/aferramiento (craving) y la identificación:

  • La desidentificación de las experiencias lleva a un estado de menos fabricación del sentido del yo.
  • El sentido del yo se correlaciona con el deseo/aferramiento (querer acercar o alejar las experiencias).
  • Lo desagradable del dolor se fabrica a partir del aferramiento. Sin aversión hacia las sensaciones físicas del dolor, no habría sensación desagradable.

Un profesor me señaló (o esto entendí yo) que la experiencia de «yo» no solo se correlaciona con ese aferramiento/rechazo de las experiencias, sino que es la misma cosa. El sentido del yo es una identificación con, y una búsqueda/rechazo de experiencias particulares.

Durante este retiro y las siguientes meditaciones disfruté muchísimo exploranod cómo se genera la experiencia de «yo» a partir de ciertos elementos clave. Había mucha alegría en ver la meditación como un proceso investigativo que iba revelando las complejidades de la experiencia y la percepción. Sin embargo, otro profesor contradijo la «teoría» que yo había construído basándome en los comentarios del profesor anterior. Esto me hizo dudar de mi mismo, de los profesores, de las teorías y de mi proceso de investigación. Y como resultado me di cuenta de lo siguiente:

  • A partir de una sola experiencia había asumido una correlación entre dos fenómenos (creación del sentido del «yo» y deseo/aferramiento). Una investigación seria debería examinar esto a lo largo del tiempo, comprabando que la correlación se repite. Sacar conclusiones de una sola experiencia es muy arriesgado.
  • Estaba comprando una teoría (el sentido de «yo» es lo mismo que el deseo/rechazo de las experiencias) para la cual no tenía suficientes datos. Tenía un solo punto de dato que podía encajar en esta teoría, y lo utilicé para rápidamente aceptarla al completo. Esto me reafirmó de dos maneras: «¡Bien! Mi experiencia está probando la teoría, así que ¡no estoy siguiendo a este profesor ciegamente!» y «Mira qué listo soy, estoy pudiendo experimentar lo que los profesores explican».
  • Una vez que compramos una teoría, es fácil ver solo la evidencia que la corrobora y descartar las evidencias que la desafían. Este sesgo cognitivo refuerza nuestra creencia en la teoría y realmente sentimos que estamos viendo evidencias por todas partes. Entramos en una espiral de sesgos de confirmación y empezamos a asumir que «obviamente» el mundo funciona de cierta forma.

Y escribo todo esto para explicarme que es muy fácil engañarnos y fabricar teorías, o falsamente «demostrar» teorías existentes. Hay mecanismos psicológicos y sociales que nos empujan a ello. Y aunque quizás esto sea inevitable hasta cierto punto, creo que es útil al menos reconocer que puede estar sucediéndonos.

A muchos budistas nos puede generar confianza el hecho de que Buda rechazara el dogma y animase a la investigación. No obstante, podemos asumir ingenuamente que solo por esto nuestra práctica como budistas automáticamente es una «investigación científica de la realidad». Y sin cuestionar esta asunción dejamos nuestra exploración vulnerable a sesgos e influencias que fácilmente nos pueden desviar de nuestro camino.

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